redacción / La Voz 30 de marzo de 2012 08:29
Sus padres, originarios de Cabo Verde, atravesaron hace más de veinte años la frontera entre Galicia y Portugal. Viajaron para encontrar una forma de ganarse la vida y desde entonces «no han parado de trabajar». Paolo Tabares Carvalho (A Coruña, 1989) empezó a divertirse con una pelota cuando apenas levantaba un par de palmos del suelo. Poco después, inició en el Orzán de fútbol sala una carrera eléctrica que lo llevaría con apenas 16 años a viajar a Tenerife para jugar en la Tercera División. Un problema personal le obligó a retornar a la ciudad donde se crio. Recaló en el filial del Dorneda de Segunda Autonómica. Sin embargo, su regreso a los campos gallegos ha sido amargo. Recibe insultos racistas en la mayor parte de los partidos. «No saben el daño que hacen», lamenta. En ocasiones, solo el apoyo de sus compañeros le sirve de desahogo.
-¿Cuándo aparece el insulto?
-En cualquier disputa con un rival, en cualquier discusión es lo primero que utilizan. Te lo sueltan enseguida a la cara.
-¿Le ocurre en todos los campos?
-Es muy habitual fuera de casa. Hay algunos sitios a los que llego y ya digo... Buf... ¡La que me espera!
-¿Qué sensación se le queda en el cuerpo?
-La del cansancio. Por encima de todas las cosas, estoy cansado de que casi cada fin de semana me llamen negro de mierda.
-Es uno de los jugadores más brillantes de su equipo, ¿puede que los contrincantes lo utilicen solo para tratar de desestabilizarlo?
-Podría ser, pero no saben el daño que hacen con esta forma de actuar.
-¿Y qué le dicen sus compañeros?
-Ellos están siempre ahí. Me apoyan mucho, sobre todo, después de los partidos cuando me ven aparecer en el vestuario fastidiado.
-A lo largo de su carrera también jugó en Canarias, ¿allí le sucedía lo mismo?
-No. En Tenerife (donde vistió la camiseta del Club Deportivo Marino en Tercera División) nunca tuve este problema. Quizás es porque en Canarias hay más jugadores de color (utiliza este eufemismo habitual) y están más acostumbrados. Solo sé que allí era diferente.
-¿Es algo cultural?
-Tampoco diría eso. Antes comentaba que mis compañeros se vuelcan conmigo y ellos son gente de aquí... [realiza una ligera pausa, un leve descanso para pensar] No le encuentro una explicación.
-¿Cree que se podría hacer más para erradicar el racismo del fútbol gallego?
-Se me ocurre, por ejemplo, que los árbitros podrían reflejar en el acta este tipo de incidentes. Ellos ven y escuchan prácticamente todo lo que ocurre en el campo, sin embargo, los insultos racistas nunca aparecen en el papel. Pero entiendo que realizan una labor complicada.
-¿Qué espera del fútbol?
-Ahora soy cocinero y el fútbol lo tengo como una afición, como un divertimento. Aunque con solo 23 años (los cumplirá en julio), está claro que no cierro ninguna puerta y si me llegase la oportunidad de jugar en una categoría superior, me haría mucha ilusión.
«Es muy habitual fuera de casa. Hay sitios a los que llego y ya digo... Buf... ¡La que
me espera!»
paolo Tabares carvalho jugador del Dorneda B
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