4/07/2011

Reflexiones de adultos adoptados transracialmente

Tal y como os comentábamos hace unas semanas sobre las reuniones que un grupo de adoptados transracialmente tuvimos y que giraban en torno a este libro: In Search of Belonging, editado por Perlita Harris y publicado en Inglaterra. Nos gustaría compartir con vosotros algunas ideas, experiencias y emociones que se expresan en él, y que a muchos de nosotros nos parecieron interesantes, pues de una manera muy acertada reflejan y expresan sentimientos muy comunes en las personas adoptadas transracialmente. Son fragmentos del libro tal y como aparecen escritos, tan solo los hemos traducido y nos hemos atrevido a hacer algún comentario.


Es bonito ser parte de una familia que sabes que va a cuidarte. Me siento seguro y tranquilo, y eso es bueno. Entonces me puedo relajar. Sé que no voy a ser adoptado de nuevo, quieren quedarse conmigo, y aquí puedo sentirme seguro y tranquilo. (Para muchos niños adoptados, que hemos sufrido en los primeros años de vida el rechazo o la falta de nuestros padres biológicos, no es difícil creer que alguién nos pueda querer para toda la vida. Si mi padre y mi padre biológico no lo hicieron, ¿porqué lo van a hacer unas personas que ni si quiera me han visto nacer?. )
En la adolescencia, a pesar de tener todas las cosas que necesitaba y más- una buena educación, un costoso colegio privado, numerosas actividades, hobbies, vacaciones, etc- Sentía un vacío que estaba siempre conmigo, especialmente cuando estaba solo. (Muchos de nosotros no hemos tenido el privilegio de poder crecer con otras personas que han sido adoptadas, por lo que nos vemos a nosotros como bichos raros, incapaces de expresar al mundo como nos sentimos, ya que somos los únicos que han pasado por esa experiencia, creemos que nadie será capaz de entendernos. Esa sensación, cuando estamos solos, en nuestro mundo puede ser sobrecogedora... )

Rabioso es una de las maneras en las que me ha convertido el racismo: muy enfadado a lo largo de los años. Esta rabia a disminuido con los años, solía ponerme rabioso y cargarla contra los que mas cerca de mi estaba- mi madre y padre. Sentía que tenían la responsabilidad de asegurarse que nunca me sentiría de esta manera. (En la adolescencia nos enfadamos contra el mundo, en nuestro caso, como hijos adoptados transracialmente, nos parece que tenemos aún mas razones para ello. Es por culpa de nuestros padres, que nos adoptaron y nos llevaron a vivir a un lugar extraño, la razón por la que nos sentimos tan diferentes al resto de la gente... y para colmo ellos nunca sufrirán algo que nos acompañará toda nuestra vida... RACISMO)

Obviamente, no cambiara a mi familia por nada del mundo, pero hubiese preferido no tener que repetir la misma historia otra vez “que me adoptaron, bla, bla, bla... cada vez que mis hermanos o mis padres conocían a alguien. Resulta tan cansino tener que explicarnos una y otra vez....¡algunas veces hasta parece que tenemos que justificarnos!

Nunca seré la mujer coreana que los coreanos esperan de mi, pero sigo siendo coreana, y eso es algo que nadie me puede quitar. Las expectativas de las personas con las que compartimos, raza o étnia, la presunción de que hablamos la misma lengua, compartimos la misma cultura y tradiciones, nos hacen sentir que no pertenecemos a ninguna cultura, o que tenemos un poco de todas.... Es difícil llegar a definirnos, a menudo no es hasta los primero años de nuestra edad adulta, en la que estamos seguros de quienes somos.

A la gente como yo nos llaman “bananas”- amarillos por fuera, blancos por dentro. Es un insulto asiático: he traicionado a mi raza, pienso en mi misma mas bien como un huevo, blanca intentando hacer crecer mi yema.