10/12/2012

HABLAR DE LA RAZA A TU HIJOS


Artículo escrito por Gaby en Adoptive Families Circle y traducido por Asociación Gerard para nuestros lectores.

Cuando nuestra hija afro-americana, Isabel, adoptada nacionalmente, tenía unos 4 años, leí un libro titulado Yo chocolate, tu Vainilla, escrito por Marguerite Wright. En él, Wright, habla de las diferentes fases por la que los niños pasan en el proceso de entender la raza.

Durante la primera etapa, no existe el concepto de raza -los niños no nacen con ella: la desarrollan a medida que les enseñamos.
Mientras que todos tenemos diferentes tonalidades de piel y unas características físicas características- los adultos hemos echo un arte en diferenciarnos los unos de los otros- los niños al principio no notan diferencias de raza. En la segunda etapa, Wright explica, que los niños notan la diferencia del color de piel, pero no se dan cuenta de lo que esto significa. Es solo en la tercera fase, cuando los niños se dan cuenta de que las familias, en su gran mayoría, tienden a estar formadas por miembros con el mismo color de piel. Es sólo cuando nosotros- la sociedad y los medios de comunicación- les enseñamos que la raza viene con etiquetas culturales añadidas, cuando comienzan a pensar en las generalizaciones como: “ Los blancos se supone que…,” “La gente negra normalmente …,” y “La gente asiática es…”
Wright sugiere que permitamos a los niños pasar por estas diferentes fases de un modo natural y no forzarles a que compartan nuestro modo de entender la raza demasiado pronto.

Cuando estaba leyendo este libro, Isabel de 4 años, estaba todavía en la segunda fase, mientras que varios niños de su misma edad ya habían pasado a la tercera fase de ser conscientes que muchas familias tiene tonalidades de piel similares. Quizás no solo porqué no es solo su familia- formada por su hermano afro-americano, madre hispana (yo), y su padre caucásico- diferentes tonalidades del arco iris, pero cada uno de los miembros de catequesis también tenían una piel de diferente tonalidad que la piel de sus padres. A pesar de que no introdujimos los conceptos de “negro” y “blanco”, e “hispano” a nuestra hija, ella permitió que su imaginación completara los huecos.
Un día puse mi brazo junto al suyo y le pregunté si se había dado cuenta de que eramos de un color de piel diferente. Me dijo que sí.
De que color de piel eres tu?” Le pregunté.
 “Yo soy chocolate!” fue su pronta respuesta.
Y eso es lo que és; su piel es un delicioso color chocolate con leche.
Y ¿De que color soy yo?” Le pregunté.
Tu eres de color café!”
Si, ¡lo soy!. Café con leche, para ser más exactos.
¿De que color es Noah, cariño?”
El es también de chocolate, Mami.”
Por supuesto que los es.
¿Y papá ? ¿De que color es el, Isabel?”
No se detuvo un instante : “El es color queso!”
¿Queso? Huh. Lo miré pensando en esto esa noche... ¿ y tú que sabes? !Es color queso!
Wright explica que este modo de clasificar es bastante corriente, porqué Isabel es ahora congnitivamente capaz de entender las diferencias de piel, le mencioné que otros a lo mejor llaman a la gente que es como ella, que son de color chocolate, negros. Me miró desorientada “pero mamá, no soy negra, soy de chocolate”. Es cierto, cariño. Así que por el momento lo dejé así. Sabía que llegará cuando llegue. Mientras tanto, empezó a señalar a toda la gente de chocolate, café y queso que veía en la TV, en fotos en los libros, y aún peor, porqué no tiene una voz baja, en el supermercado.

. Para aquellos que deseen leer el artículo en su versión original, este es el link:

No hay comentarios:

Publicar un comentario