redacción / La Voz 30 de marzo de 2012 08:29
Sus padres, originarios de Cabo Verde, atravesaron hace más de veinte años la frontera entre Galicia y Portugal. Viajaron para encontrar una forma de ganarse la vida y desde entonces «no han parado de trabajar». Paolo Tabares Carvalho (A Coruña, 1989) empezó a divertirse con una pelota cuando apenas levantaba un par de palmos del suelo. Poco después, inició en el Orzán de fútbol sala una carrera eléctrica que lo llevaría con apenas 16 años a viajar a Tenerife para jugar en la Tercera División. Un problema personal le obligó a retornar a la ciudad donde se crio. Recaló en el filial del Dorneda de Segunda Autonómica. Sin embargo, su regreso a los campos gallegos ha sido amargo. Recibe insultos racistas en la mayor parte de los partidos. «No saben el daño que hacen», lamenta. En ocasiones, solo el apoyo de sus compañeros le sirve de desahogo.